miércoles, 27 de agosto de 2014

35. Geografía de la balanza comercial. Madrid, una economía adicta a la deuda.

Todo el mundo sabe que España importa más de lo que exporta: petróleo, tecnología, muchas cosas; pero lo que pocos están dispuestos a admitir es la realidad, mucho más cruda: 


España importa crecimiento económico.

Éste y no otro es el motivo del permanente déficit exterior de la economía española: que solo puede crecer endeudándose en el exterior.

La realidad es mala, pero es la que es. Y es así desde hace ya casi un siglo, desde la crisis de final de la Restauración que en la que aquellas élites políticas tan similares a las actuales decidieron imponer en España una dictadura -la de Primo de Rivera-, para acometer la última y definitiva centralización del país: la económica; el Estado Mayor Económico que pidiera Maura. Veamos las consecuencias un siglo después.

En 2012, último año para el que tengo datos por CCAA, España tuvo un déficit comercial (exportaciones - importaciones) de -33.629 M€. La contribución de Madrid a este déficit fue de -23.128 M€, un 69 % del total.

Esta brutal centralización del déficit no fue ni excepcional ni novedosa, y de hecho, algunos años antes el déficit relativo de Madrid había sido aún mayor, como se puede ver en los datos de la serie desde 1995 de datosmacro.



Madrid es una economía especializada en importar. En conjunto, la contribución al comercio exterior de la capital -en torno a un 18 %- es similar a su peso de PIB nacional, aunque eso sí, está completamente desequilibrado: en el período 1995-2012 Madrid acaparó el 20-25 % de las importaciones de España pero solo exportó en torno al 9 %. ¿Por qué?



La razón es histórica. Tras la IGM, y para evitar la apertura social, democrática y económica que los nuevos tiempos requerían, las élites políticas españolas -una casta milico/funcionarial- iniciaron una deriva estatalista que en lo político impuso la dictadura militar, primero de Primo de Rivera y segunda de Francisco Franco, guerra y medio millón de muertos de por medio. Los beneficios bien lo valían.

La dimensión económica de esta deriva fue la creación via Decreto-Ley de una industria nacional: léase Iberia, Telefónica, Campsa-Repsol, etc.  Esta economía de intervención pública vivió su cénit en la ruinosa autarquía franquista, ruinosa para la mayoría, claro, pero muy muy provechosa para unos pocos, aquellos con influencia para obtener los indispensables permisos y licencias de producción, distribución o importación. Así se creó la moderna economía madrileña: un sistema de reparto de beneficios asegurados por el Estado.

En el gráfico siguiente, comparo la variación anual del déficit (en valor nominal) de 1996 a 2012 con la variación del PIB de Madrid. El resultado es elocuente. Para crecer más del 3 % (nominal, es decir, con inflación) Madrid debía aumentar su déficit exterior.




Conclusión: A la economía madrileña le va mejor cuanto mayor es su déficit exterior.

Si en vez del déficit exterior usamos la tasa de cobertura (exportaciones/importaciones) el resultado es el mismo, un poco mejor marcado. 



Está claro, a la economía madrileña le va mejor cuanto menor es su tasa de cobertura.


Del resto de CCAA, sólo Cataluña muestra esta doble correlación del PIB con el déficit y la tasa de cobertura, aunque de forma más débil:



Como hace un siglo, Cataluña -es decir, Barcelona-, actúa como capital económica metrópoli de facto de España. No cabe duda que ésta es la razón de la saña de Madrid para con Barcelona, la única ciudad de España capaz de rivalizar -en lo económico- con la todopoderosa capital política. No obstante hay una diferencia. Cataluña se beneficia tanto del aumento de las importaciones como de las exportaciones, pues su contribución al total nacional en unas y otras es similar.


Hoy, Cataluña y Madrid tienen un peso económico similar en el PIB, pero en los últimos 20 años, Cataluña exportó en torno a un 28 % de e importó un 29 % del total nacional frente al 20-25 % y 9 % de Madrid. La economía catalana está mucho más internacionalizada que la madrileña y, al menos, tan dispuesta a exportar como a importar. Porque ojito, que a nadie se le ocurra pensar que la economía de Madrid está más internacionalizada que le resto. Está, simplemente, en la media. 



Sea como fuere, el efecto director de Madrid sobre la economía española es tal que, aunque el crecimiento en el resto de las comunidades autónomas es independiente del déficit comercial o de la tasa de cobertura, el conjunto del país muestra la misma perversa dependencia del déficit exterior y la tasa de cobertura. 





En realidad, con la centralización económica de Primo de Rivera Madrid hizo lo que siempre pero a una nueva escala. La ciudad de Madrid era adicta a la deuda y al déficit desde hacía siglos. Era la tradición de la Corte, las élites extractivas, el Estado como Casta y el Poder y la Capitalidad como centro de todos los privilegios.

Pero si siempre -más o menos- ha sido así, ¿Hay algo de nuevo en esta crisis? ¿Y qué cabe esperar? Pues como suele ocurrir, hay cosas nuevas y cosas viejas, y cabe esperar... que volveremos a las andadas.


Empiezo por lo nuevo: Europa. En el año 2000, con el euro, Madrid liquidó su viejo privilegio bancario y se quedó sin el recurso de imprimir más billetes para hacernos pagar a todos sus deudas, pero, sobre todo, desde que España entró en Maastrich, con la perspectiva del euro, todo quisque pudo pedir prestado a Europa sin pasar el filtro de Madrid. Y todo el país lo hizo. Si a Madrid le iba bien con aquello de gastar y gastar, ¿por qué no lo íbamos a hacer el resto? Era un nuevo paso en la estrategia del café para todos. Y quien dice café, ¿Por qué lo permitió Madrid? Pues porque seguía pidiendo más que nadie.


Lo nuevo fue Europa, lo viejo es Madrid, la inercia de una economía enquistada en el déficit. 

Lo primero que hizo Madrid fue algo que está en su propia genética: concentrar para dominarLo que era el sistema financiero más sólido del mundo mundial hubo de ser rescatado, como San Pablo, hasta tres veces. En vez de asegurar los depósitos de los ahorradores, cerrar los bancos y cajas quebrados y exigir responsabilidades a aquella panda de banqueros ignorantes, todos los rescates, del primero al último, anunciadas sin gasto para el contribuyente fueron pagados por el Estado (o sea: Impuestos + Deuda Pública) a un coste real que según algunos puede ascender a 250.000 millonesY todo para financiar una reestructuración bancaria que ha dejado en todavía menos manos el sistema financiero del país. Lo dicho: concentrar para dominar.

El ajuste, ya digo, con cargo a todos los españoles, pero se hizo. Fue la más severa crisis y transferencia de recursos económicos (por no llamarle robo) desde la posguerra. Pero se hizo. En 2013 la tasa de cobertura EXP/IMP fue del 92 % y el déficit comercial fue de unos dieciocho mil millones de euros, algo que la industria turística sí podría compensar. España iba camino del equilibrio comercial por primera vez desde hace casi un siglo, pero ahí esta Madrid para imponer, otra vez, su propio modelo, esta vez con ayuda de Bruselas y Alemania. 

En verano de 2012 Draghi dijo aquello de: el BCE hará lo necesario... y la burbuja de la deuda pinchó. En octubre de 2013, un eufórico Emilio Botín decía: hay dinero para todo. La mayoría de las empresas españolas seguían y siguen ahogadas, por no hablar de los particulares, pero algunos volvían a derramarse el champán por las tetas. Comenzando 2014 la prima de riesgo bajaba de 2 puntos y los tipos reales se aproximaban a cero. No llevamos ni un año de un crecimiento que solo ven los grandes nacional-empresarios y el déficit exterior vuelve a desbocarse... por las importaciones...

Todavía no hay datos por CC.AA., pero yo apuesto a que Madrid vuelve a liderar esta nueva fase de crecimiento y déficit... 

¿Alguien dispuesto a jugarse los cuartos?



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