lunes, 18 de enero de 2016

113. Un pequeño experimento. Perfume, paro y la escuela austriaca.

Últimamente no hay discurso institucional que se precie sin su contador de palabras.
La verdad es que lo que nos ofrecen no pasa de ser un relleno pop en el blanco del periódico, un medio para tapar el vacío, vamos. 

¿Pero qué hay detrás de esta numeración del texto? ¿Existe una economía de las palabras? ¿Hay un mensaje implícito en la mera repetición? ¿Hay una inteligencia numérica en el discurso, en la elección de una u otra palabra? ¿Y cómo funciona esta economía? ¿Las palabras representan de modo figurado (artificial, arbitrario) o bien se habla en correspondencia con la economía de los objetos que la lengua pretende representar?

Pongamos, por ejemplo, la sinonimia de colonia y perfume. Son lo mismo, o pueden serlo, pero sabemos que el perfume tiene un plus económico. Lo común es decir colonia. Un perfume es algo más exclusivo, caro, incluso snob. Sé que nunca escucharé colonia en vez de perfume de un modo arbitario en muchas tiendas. En la web del supermercado Eroski, sin embargo, evitan la palabra perfume, todos son colonias. Decir perfume en vez de colonia es una elección que aporta un plus de información y precio. Quería saber si manejamos esa información de un modo económico, numérico. Y sí. 

Búsquedas de perfume y colonia en Google de 2004 hasta principios de 2016. Los picos de búsquedas se repiten cada Navidad, con su máximo la semana de Reyes.
Desde 2004 las búsquedas de perfume y colonia se han ido igualando. Podría significar que las ventas de perfume se igualan con las de colonia, o que buscamos más perfume pues un buen precio supone ahí más ahorro. Lo malo es que no dispongo de esos datos de ventas.

Pero siempre hay remedio. Como entendemos que los perfumes son más caros, pensé que la relación perfume/colonia podría correlacionar con el crecimiento del PIB. Lo pensé pero no, en realidad lo hace con el paro.
Descontando 2007 R2 se eleva a 0,88

En resumen, sobre la tendencia general que tiende a igualar las búsquedas de perfume y colonia  y cuya razón económica no puedo evaluar, existe un uso relativo de colonia/perfume en las búsquedas de Navidad que viene limitado por el dinero disponible para consumo y, en último término, por el nivel de paro.

No usamos el lenguaje al azar, pero es que además, cuantificamos en el leguaje la realidad económica.

El discurso no es un constructo artificial, metafórico y ajeno a aquello que refiere. Lo reproduce, o busca reproducirlo y en el orden económico esto lo conseguimos mediante la elección de las palabras que usamos. Conocemos el valor de las cosas y le damos ese valor a las palabras que las representan mediante el delicado equilibrio con el que construimos nuestro discurso. Usamos colonia, una palabra polísémica, como forma común para referirnios a un aroma de uso personal y para la variedad barata. Pero para las variedades caras y más excepcionales de colonia empleamos la más exclusiva forma perfume. Como el perfume es más raro y valioso, lo usamos menos y con más cuidado; nos reservamos su uso. Así es como identificamos enseguida al snob y pretencioso, porque usa de forma común palabras que  por lo común usamos con cuidado. Y así es como logramos ajustar las búsquedas en internet de aquello que demandamos (perfume o colonia) a nuestras posibilidades de gasto, limitadas, en este caso, por el paro.


Posdata: 

Para rizar el rizo, quería comprobar si la relación entre el uso general de colonia y perfume en el leguaje común tiene relación directa con su precio relativo. Así debería ser. Para comprobar el uso general, hice una búsqueda en Ngram de Google de 1800 a 2008 (el último año que permite la aplicación).

Como sule ocurrir con los precios relativos, apesar de las crisis de precios (puede que se mezcle aquí también lo colonial), la relación es bastante estable a largo plazo y parece que se estabiliza en el siglo XX.


Desde 1970, colonia se usa en torno a 4-7 veces lo que perfume. Como no hay estándar, es muy difícil dar un precio medio o base, pero por lo que he visto un perfume corriente puede costar 60 euros (100 ml), y la misma cantidad de colonia debería estar entre los 8-15 euros. Creo que es más o menos donde están, pero en cualquier caso sí están ahí los perfumes genéricos de imitación (1, 2, 3).

Si alguien tiene ganas y puede aportar alguna seguridad respecto de estos precios, quedaré eternamente agradecido.


.....

Ah! y me queda lo de la Escuela Austriaca.

En realidad, este post se me ocurrió después de ver esta videocharla.

La escuela económica austriaca supone que la matemática es incapaz de modelizar el acto de elección y creatividad humana que fundamentan la acción económica y en consecuencia desdeña las aproximaciones matemáticas a la realidad porque éstas no alcanzan a reproducir la complejidad del mundo. En definitiva, supone que el mundo económico es indecible de modo matemático, aunque el discurso sí puede hacerlo. 

Bien, pensé, sea. Supongamos que la lógica del discurso es superior a la del número. Pero entonces, ¿Qué tiene la palabra que añade a la matemática, en qué es superior? Si la palabra incluye la indeterminación del acto económico, y si por eso, lo reproduce, ¿es superior el discurso al número en la incertidumbre que añade? ¿Cómo puede ser una comprensión difusa, borrosa o gruesa de un hecho más certera que una comprensión fina y clara que daría la lógica matemática?

Bien. Ya tengo la respuesta. La matemática no es inferior al discurso, al menos ya no. Como afirma en un momento el ponente en el video (y le discuten/reprochan) el problema de la matemática para von Mises y los defensores de la praexología es que un modelo continuo de la realidad económica no puede integrar la lógica económica discreta, sujeta a eventos disruptivos y cambios en las variables. Hasta hace muy poco, sólo el discurso lógico/literario (también discreto) podía construir un correlato del intercambio económico, aunque esto sólo fuera posible mediante la instrospección y, en cierto modo, la iluminación de personas de talento y educación como Menger y sucesores.

Lo que el big data del uso de colonia/perfume, y otros evidencian es que implícito y oculto tras el discurso literario hay un uso numérico del lenguaje que constituye un mercado de palabras que reproduce el mercado del mundo. Me pregunto si esa instrospección de los praexólogos no apelaba en realidad a la lógica clásica sino a esta otra realidad numérica del discurso, a la que accedían de un modo más o menos subconsicente.

Da igual, gracias a la inmensa capacidad de cálculo de los ordenadores, a internet y el intercambio de información, mucho mayor ya que el intercambio meramente económico, esa realidad numérica del discurso empieza a ser accesible a cualquiera. 

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