En España los vascos y en concreto los de Bilbao, se llevan la fama de sobrados, y los andaluces y en concreto los de Sevilla de fanfarrones. Pero uno opina que los más desmedidos, los más superlativos, extralimitados y excesivos de los ibéricos son los valencianos. Y es que cuando se trata de paellas, hasta el valenciano más humilde se pone astronómico, infinito.
Hace unos días, haciendo una paella, un primo de mi mujer dijo, con toda la seriedad del mundo, sin pizca alguna de ironía ni vanidad, con sincera humildad, lo siguiente:
Los puristas dicen que la relación de agua y arroz en la paella es 2,7, pero yo prefiero 2,8.
De inmediato, a servidor se le ocurrió que la verdadera relación ideal entre el agua y el arroz debe de estar en 2,718281828459045... es decir, el número e. ¿Qué menos que este número divino para explicar la suprema irracionalidad de la cuestión?
Ya con el arroz en el plato, mientras mi cuñado discutía con su primo sobre el problema de los tres cuerpos de la paella, a saber: el arroz, el agua y el fuego, divagaba uno que la fórmula de la paella definitiva, depositaria de todas las proporciones del Universo, no merece menos que la fórmula de Euler.
Uno no está todavía en disposición de identificar sin género de dudas si pi, como parece, es la paella o i es la leña, -está claro que 1 es el arroz- pero lo deja ahí para que mentes más preclaras resuelvan.
Considerando lo capital del asunto, confío que el Consell de la Generalitat encargará a Calatrava un nuevo, modernísimo, exquisito y colosal Centro de Estudios sobre la Matemática de la Paella, que será pasmo de moros y cristianos atrayendo la atención de todo el Orbe. Para redondear, pueden hacerlo de cartón-piedra y quemarlo en las fallas del 2038, coincidiendo con el ochocientos aniversario de la toma de Valencia por Jaume I, el Conqueridor. Seguro que, a pesar de las dificultades actuales, este proyecto encuentra apoyos unánimes en ambos márgenes del Turia, del nuevo y del viejo, y que a pesar de su modestia inicial, els bons valencianéts sabrán darle las proporciones de profunda grandeza que este particular requiere.
Y como este blog va de geografías, y para que se vea lo urgente del proyecto propuesto, contrapongo a la noble búsqueda de la paella ideal, celestial, perfecta, la amenaza real del desparrame de suedo-paellas que el resto del mundo perpetramos -un día sí y otro también- cuando nos ponemos a cocer arroz en agua y a lo que sale le llamamos paella.
De izquierda a derecha, empezando por un clásico, la
paella de
marisco, siguen las ciudades con mas búsquedas relativas de
paella mixta,
paella pescado,
paella carne, y, por último,
paella mejillones, al parecer la última moda de Madrid.
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Con todo, el mayor peligro de destrucción de todo el legado de autenticidad y esencias valencianas no viene, esta vez, de España, sino del mundo anglosajón, del otro lado del mundo: aquí la tenéis, la ANTIPAELLA:
paella chorizo, incluso la PAELLA GALÁCTICA:
vegan paella
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búsquedas relativas de chorizo paella |
Ya digo, es urgente, inaplazable, vital, poner la primera piedra de esa nueva
Catedral de la Paella que guarde, ésta sí, el auténtico Santo Grial de la valencianidad más universal. Porque una nueva y mayor amenaza se está armando en el este...
En fin...
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