Ya hace treinta años Jünger advirtió que los poderes de hoy nos obligan a darles respuestas sobre todo, poniéndonos de ese modo en una situación de extrema vulnerabilidad:
Vemos como el ser humano está llegando a una situación en la cual se le exige que él mismo genere unos documentos calculados para provocar su ruina.
Sin compartir del todo el nihilismo de Junker, es evidente que nuestra alma, incluo partes de ella que desconocíamos, se están convirtiendo en un asunto público, o al menos en manos de esos poderes demoníacos -mefistofélicos- que Junker tanto temía. Si Junker viese hoy lo que internet y las redes sociales saben de nosotros, sin duda vería confirmados sus peores augurios. ¿Será el Poder el verdadero emboscado de nuestros días?
Bueno, dejémoslo por el momento y dediquémonos a aprovechar las ventajas de esa sobreexposición de nuestros pensamientos y preocupaciones más íntimos para cartografiar nuestra alma común, si tal cosa existe.
La cuestión que quiero plantear hoy es si en España hay un diferencial geográfico de la espiritualidad como lo hay en casi todo lo demás.
Empiezo, un poco al azar, buscando palabras de sentido religioso más común en Google Trends:
Llama la atención que cristo, filosofía, misterio y destino tienetengan una base de búsquedas tan parecida, y que cristo se eleve, cada Semana Santa, justo hasta el nivel de dios. Si fuera un devoto católico no dudaría en ver aquí una evidencia milagrosa, una especie de transubstanciación digital de la resurrección de Cristo, pero como lo que soy es un devoto googlero, lo que advierto es la trascendencia del Big Data como representación del ser colectivo (amén).
En cuanto a la distribución geográfica, aquí la tenéis:
Parece que la trascendencia en España es cosa del sur.
Seguirá.
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