Una de las quejas oídas el congreso de Malas Prácticas denunciaba la irrelevancia de la Universidad en la definición de las políticas del Estado y su nula capacidad de influencia política o social; en definitiva, su falta de poder y autoridad. Tampoco era una queja nueva. Muchos académicos e investigadores sienten que su saber no llega ni se aplica e interpretan que la independencia universitaria es en la práctica estéril aislamiento, que la Universidad es una burbuja ajena a la calle y al poder. Nada más falso, claro. La Universidad española no solo tiene poder, también tiene autoridad, pero cómo disimula su poder y malbarata su autoridad todo lo confunde, de lo que surgen absurdos y hasta paradojas como por ejemplo, la bien conocida titulitis, esa enfermiza demanda y acumulación de títulos inútiles por parte de la sociedad española.
1.- Empiezo con lo más obvio. ¿Es inútil un título universitario? ¿En qué sentido es útil/inútil estudiar Historia, ADE, Físicas, Medicina o Ingeniería Forestal? Está claro, es inútil en tanto no puedas encontrar trabajo 'de lo tuyo'. Primer punto.
2.- En España hay una sobredemanda y una sobreoferta de titulaciones y contra la teoría del equilibrio económico ambas parecen reforzarse. ¿Cómo puede ser? En apariencia es una lógica perversa. Muchos titulados incapaces de trabajar 'en lo suyo', porque no hay suficiente oferta de trabajo para sus títulos prueban a añadir una nueva titulación a su cv sumando especializaciones, aptitudes regladas y habilitaciones académicas para las que hay más o menos la misma oferta, lo que los condena a mayor precariedad, cuando no de vuelta al paro. Obedeciendo a esta misma lógica perversa y demanda de especialización (en muchos casos estaríamos hablando en realidad de multi-especialización, lo que en sí mismo ya es una contradicción), las universidades multiplican la oferta de grados, másteres, cursos especialísimos, doctorados, validaciones, posgrados y convalidaciones, para ayudar en lo posible a ese titulado a convertirse en un hípertitulado, es decir, un, parado o precario en una o más titulaciones. Segundo punto.
Bien, la razón de este despropósito ya está dicha. La función de la universidad española ha sido y es crear habilitados para y ante el Estado, es decir, los cuerpos de funcionarios civiles que dirigen la administración del Estado y ejercen (y esto sí que ya es raramente visible) como procuradores (la palabra está escogida, of course) del vulgo/pueblo ante ese mismo Estado. El poder de las universidades es ni más ni menos que este monopolio para habilitar capacidades profesionales ante el Estado, léase como médico, ingeniero, abogado, administrativo de grado A, archivero, programador, etc., y debería ser tan evidente que no voy a extenderme en ello. Lo que sí quiero mostrar es que el éxito de la Universidad (que nadie parece dispuesto a admitir) es tan mayúsculo que se extiende del Estado a los partidos políticos en su función de procuradores políticos de la sociedad. Más allá de la spin-off Podemos, las operetas de Cifuentes, Casado o Sánchez con sus títulos y doctorandos no son sino el tributo simbólico de los partidos al poder epistémico de la Universidad (por hacerme un necesario autobombo, lo explico con un poco más de detalle en Crisis y Generaciones, con otras cosas...).
Termino. Como suele ocurrir, el fracaso de la universidad tiene el mismo origen que su éxito. La universidad no solo está desbordada como vía obligada de una demanda social para convertirse en funcionarios y procuradores del Estado que excede con mucho la oferta de funcionarios y procuradores que ese Estado es capaz de sostener, además, el mismo éxito empuja a la universidad a extender su modelo epistémico-regulador a toda la sociedad, en todos los sectores económicos y sociales, donde no debería.
En último término, la vía de la privatización universitaria es tan solo la única alternativa imaginada y planteada a la necesaria desfuncionarización de 'lo universitario'. También aquí hay una historia de éxito y fracaso, y sobre todo de alternativas apenas concebidas, pero esto en otra entrada.
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