lunes, 26 de julio de 2021

186. España, América y el negacionismo colonial de Tomás Pérez Vejo.

Empiezo a leer Elegía criolla, de Tomás Pérez Vejo y .. no paso página sin caer en un nuevo asombro. La tesis del libro es que no hubo colonialismo español en América, que en realidad todos eran súbditos más o menos puteados de la monarquía católica -no española, católica- (!?) y que el monarca no hacía distingos entre sus súbitos de la península o las Indias, luego colonialismo no había. 

Empieza la Elegía hilando una sarta de descalificaciones más o menos veladas sobre quienes hicieron las guerras de Independencia para asegurar que lo suyo no fueron luchas independentistas, que estaban muy confundidos sobre sus intenciones, que no eran nada conscientes de lo que pretendían, y, en fin, que ésas no fueron sino otras desafortunadas guerras civiles, al parecer una cosa muy propia de españoles -que son una desgracia, sí, pero que no tienen nada que ver con la liberación nacional-, y en definitiva que eso de la indepedencia fue un invento a posteriori (aunque a veces también a priori) usado como propaganda para engañar a los ignorantes, reescribir la historia y usurpar y repartir un Imperio que era una cosa uniformísima social y políticamente toda ella, a uno y otro lado del Atlántico. Y el súper-argumento de Vejo es que las naciones americanas fueron hechas a posteriori de la independencia, conformándose a consecuencia de ella y no de modo previo, de modo que no era posible la liberación de una cosa que no existía: la nación. En fin, negándose de retrotraer la nación española más atrás del siglo XIX Vejo parece descolocarse de la carcaundia españolista dando a su obra una apariencia liberal, pero el objeto sigue siendo revisionista: pretende Vejo blanquear la España moderna de su herencia y posición colonial e imperialista para situarla en un falso plano de igualdad cultural con los países hermanos hispanoamericanos, es decir, para componer un paisaje histórico súmamente agradable al extremo-centro globalizador y, sí, neo-colonialista. 

En definitiva, el de Vejo es un rocabareismo algo más fino, mejor historiografíado -supongo-, y envuelto aquí y allá de notas liberales, pero no deja de ser rocabareismo, revisionismo y carcundia casticista 

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No voy a hacer aquí la crítica pormenorizada del libro, no por el momento. Voy a otra cosa. Creo que ya los RR.CC. empezaron a usar el término de reyes de las Españas como síntesis informal de sus (muy) diferentes soberanías -no siempre regias ni directas- sobre los territorios que más o menos gobernaban.  Pero lo que me interesa es el momento en que España -y América- empiezan a a ser una idea común. 

Y as usual recurro a Ngram. 

Y la base de datos bibliográfica nos dice que las ideas de España y América comienzan a ser nociones comunes ya en la 2ª mitad del XVIII, primero y de forma más clara con España y enseguida y como reflejo con América.


Lo mismo con españoles y americanos, aunque aquí a antecedencia de españoles respecto de americanos es más clara. Lo de Españoles con mayúscula del siglo XVIII y españoles con minúscula en el XIX también me parece muy significativo, si acaso no de modo específico, si como reflejo del amplio cambio social que afectó a la ortografía junto a todo lo demás.

Y como fondo de esta historia hispano-americana, añado a los Indios/indios, base social mayoritaria y absolutamente sometida y segregada por la racista herencia castiza española y criolla. 


Obviar que indios y esclavos persiguieron sus propios objetivos durante las independencia americanas conscientes de su posición e intereses es parte del discurso de blanqueo de Vejo, pero ya no enredo más con esto; termino. Incluso antes que España y América apareció la idea de colonias -también con una significativa evolución ortográfica de mayúsculas a minúsculas-. 



Y pareja a la de colonias, por supuesto, está la idea de metrópoli, anteriores de hecho a España y América. 


Conclusión: España no es una nación surgida de un desmebramiento imperial como pretende Vejo, no es hermana de las americanas como pretende el españolismo. España es la nación surgida como metrópoli de un Imperio perdido al poco de su constitución. Un niño rico que perdió la herencia en su tierna juventud.

-Vaya trauma, eh?. 

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(?!) De la estupidez ésta de la Monarquía Católica -y no española-, o de que España y las Indias eran la misma cosa, etc. de Viejo, os dejo aquí el texto Tratado de Paris, para que os hagáis una idea de lo que significaban esos títulos y de las realidades y herencias que manejaban. Y mucho cuidado con despreciar o reírse de esas herencias, porque eran y son la esencia de la monarquía. Ningún rey renunciará a ellas jamás (al menos gratis) por muy ridículas que parezcan. 

En consecuencia de esto, el serenísimo y muy poderoso príncipe Carlos III, por la gracia de Dios rey de España y de las Indias: el serenísimo y muy poderoso príncipe Luis XV, por la gracia de Dios rey de Francia y de Navarra; y el serenísimo y muy poderoso príncipe Jorge III, por la gracia de Dios rey de la Gran Bretaña, duque de Brunswick y de Luneburgo, architesorero y elector del sacro romano imperio, despues de haber abierto los cimientos de la paz en los preliminares firmados el dia 3 de noviembre próximo pasado, y accedido á ellos el serenísimo y muy poderoso príncipe don José I, por la gracia de Dios rey de Portugal y de los Algarbes [2], han resuelto concluir sin tardanza esta grande é importante obra. Y á este efecto las altas partes contratantes han nombrado y constituido sus embajadores extraordinarios y ministros plenipetenciarios respectivos, es á saber: su sacra Majestad el rey católico, al ilustrísimo y escelentísimo señor don Gerónimo Grimaldi, marqués de Grimaldi, caballero de las órdenes del rey cristianísimo, gentil hombre de cámara de su Majestad católica con ejercicio, y su embajador estraordinario cerca de su Majestad cristianísima: su sacra Majestad el rey cristianisimo al ilustrísimo y escelentísimo señor Cesar Gabriel de Choiseul, duque de Praslin, par de Francia, caballero de sus órdenes, teniente general de sus ejércitos y de la provincia de Bretaña, consejero en todos sus consejos, y ministro y secretario de Estado y de sus mandatos y Hacienda: su sacra Majestad el rey de la Gran Bretaña al ilustrísimo y escelentísimo señor Juan, duque y conde de Bedford, marqués de Tavistock etc. , su ministro de Estado, teniente general de sus ejércitos, caballero de la muy noble órden de la Jarretera, y su embajador estraordinario y plenipotenciario cerca de su Majestad cristianísima; y su sacra Majestad el rey fidelísimo, al ilustrísimo y escelentísimo señor Martín de Mello y Castro, caballero profeso de la órden de Cristo, del consejo de su Majestad fidelísima, y su embajador y ministro plenipotenciario cerca de su Majestad cristianísima: los cuales, despues de haberse comunicado debidamente sus plenipotencias espedidas en legítima forma, cuyas copias van puestas al fin del presente tratado de paz, han convenido en los artículos cuyo tenor es el siguiente.

Los reyes de España son católicos por herencia de Isabel y Aragón, el gran príncipe  de su tiempo, inspirador de Maquiavelo, y que posiblemente forjó la herencia política más decisiva de la Historia peninsular, una herencia que Fernando pergeñó en su empeño y ambición por asegurar el imperio mediterráneo catalano-aragonés frente a su poderosísimo rival: el rey de Francia, amo cristianísmo de un reino de quince millones reunificado y en acelerado proceso de nacionalización tras la guerra de los Cien Años. Y de esta rivalidad viene también lo de rey católico, pues si los reyes de Francia eran cristianísimos por secular herencia desde Clodoveo I (rey de los francos en el siglo V, y por tradición la monarquía más influyente en Roma durante toda la Edad Media), Fernando -en alianza con Isabel- se hizo a sí mismo rey Católico en 1496, aprovechando el papado de un Borja/Borgia de origen valenciano en Roma (Alejandro VI). 

Y no es la primera vez que lo cuento pero ya no sé donde lo hice, así que lo repito. Fue para afrontar esta potentísima amenaza francesa y sostener el imperio catalano-aragonés en el Mediterráneo que Fernando, rey de apenas un escaso millón de súbditos mal repartidos, pergeñó una fabulosa urdimbre de alianzas dinásticas con media Europa. Fortuna quiso que toda esta extensísima constelación de reinos acabara en una única herencia unipersonal: la de Carlos V, que de esta manera se convirtió en rey más poderoso de Europa.. en continua disputa con Francia. 


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