Hay tres tipos de personas, las que saben contar y las que no. (Es un chiste)
Hoy seguiré con las dos Españas en su versión política, que conforme al chiste son: la España interior, la costera y la eterna, esa España de las esencias, ibérica, cerril y numantina que se articula en torno a Navarra. Otro día trataré de explicar en qué consiste esta España eterna. Hoy vamos a lo que vamos.
En 1976 se inscribieron en España los primeros partidos políticos de la democracia. Para que lo sepáis, según el registro de partidos del Ministerio del Interior, el primero en hacerlo fue Falange Española de las JONS. El hecho explica muchas cosas de lo que fue la transición -un lavado de cara del régimen franquista- y los problemas de hoy que hoy padecemos. Como síntoma de lo que vino después, otra perla: UCD aparece registrada el 12 de agosto de 1977, es decir, casi dos meses después de las elecciones que ganó el partido por el que se presentaba el gobierno de España. Si esto no es un error del MIR, resulta que las primeras elecciones no solo habrían sido fraudulentas, habrían sido nulas de derecho. Es la democracia-chapuza española.
Bueno, pues el asunto es que en España, desde aquel lejano 1976, se han inscrito más de cuatro mil partidos políticos. Y desde 1986 la mayor parte de los partidos inscritos lo fueron en el año previo de las municipales para servir a proyectos políticos de interés local.
Desde 1986, una vez se cerró el pacto bipartidista PP-PSOE con los penosos resultados que padecemos, el pulso político en España tuvo un claro ritmo local, con mucha gente con ganas de hacer una política independiente y distinta desde sus propias localidades. El hastío político de los españoles por el fraude del bipartidismo ha hecho que la política local sea mucho más interesante, incluso en Google, donde las búsquedas de elecciones municipales+eleccions municipals (en rojo) superan ampliamente a las de elecciones generales+eleccions generals (amarillo). Por cierto, la línea azul son las búsquedas de 15M, que fue un fenómeno político ligado a ese activismo y participación política ciudadana y local.
Por desgracia, ninguno de estos proyectos políticos ciudadanos locales tuvo mucho éxito, ya que el gran pacto PP-PSOE mantuvo el control de la totalidad de las grandes ciudades españolas y capitales de provincia.
De cualquier modo, el activismo político local no fue homogéneo en todo el país. En la siguiente tabla señalo el número de partidos inscritos en el año previo a las elecciones municipales desde 1986 por cada diez mil habitantes (del año 2000). Los resultados son elocuentes.
Los españoles de las zonas costeras crearon muchos más partidos que los de interior. Las islas, Ceuta y Melilla, Galicia -con una población cada día más pegada a la costa- Cantabria y Cataluña crearon un partido por cada quince mil habitantes o menos. A medio camino están Andalucía -que conserva una buena población de interior-, Extremadura, Madrid -esa isla interior que tan cara nos sale a los españoles- Asturias y Murcia, provincias costeras con capitales no portuarias. En las dos Castillas (incluido León, aunque un duende informático lo ha vuelto gris) fue necesario juntar a treinta mil personas para formar un partido político municipal. Y por último, la España eterna, esa cuña entre el sistema Ibérico y los Pirineos en la que solo se creó un partido político por cada sesenta mil personas nada menos.
Otro día si tengo ganas prepararé datos provinciales.
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